Si algo ha caracterizado siempre a Candomberos es aquella hermosa e inexplicable sensación de vivir al equipo como algo más que un simple plantel de fútbol. Y es que de más está decir que en muchas oportunidades el rosa nos permitió cosechar amistades o, cuanto menos, muy lindas relaciones que todavía perduran. Han existido diversas adversidades extrafutbolísticas desde nuestra fundación, allá por 2007, pero, de una u otra manera, siempre salimos adelante, con la suerte además de ganar, en el peor de los casos, un título por año.
Este apertura 2013 que acaba de terminar puso a prueba al extremo a un grupo humano que, en su gran mayoría, había compartido cuatro años. La ausencia obligada de Tucho por diez fechas debido a su larga suspensión, la lesión de Galle (que lo mantuvo alejado ocho domingos de las canchas) y el prematuro maltrecho tobillo de Santi hicieron, en principio, que la primera mitad del certamen los históricos nombres no se encontraran. A medida que algunos podían volver, otros faltaban, ya sea por sanciones disciplinarias o nuevos reveses físicos (el Tano y Sica se perdieron una jornada por tarjeta roja y el Flaco se rompió el húmero, lo que lo sacó de las canchas seis partidos). Aquello, sumado a la necesaria improvisación de invitados y al consecuente desfile más grande de jugadores que jamás el equipo haya conocido (19 nombres vistieron la casaca en el torneo), a problemas internos y a resultados adversos, producto fundamentalmente de esa situación, abrieron un interrogante respecto a la continuidad del candombe.
Sin embargo, en la mente de muchos de sus representantes, el rosa se mantuvo firme. Lejos de bajar los brazos, dentro de la cancha se dejó todo para garantizar la permanencia del equipo en la A (lo cual se alcanzó con holgura, venciendo a importantes rivales como Domingo 4, Recovecos de Ilusiones, Primera Junta y Uspallata FB; y empatando contra ásperos adversarios, como Tocame la Gilada y Macandme) y fuera del terreno de juego, muchos nos aferramos a nuestros sentimientos y a nuestra historia compartida para asegurar la presencia de Candomberos para el venidero clausura.
Es difícil pensar cuántos otros equipos podrían atravesar los innumerables inconvenientes de diferente tipo que tuvimos que padecer y "seguir con vida". Pero el candombe, como siempre decimos, no es sólo un plantel de futbolistas amateur, sino que es mucho más. Ya no estarán el Flaco Miño, el Tano Fausto, Ale Pereyra y Santi Fernández (esperemos que no por mucho tiempo), quienes han optado por destinos que seguramente los harán más felices, pero sí permaneceremos integrantes de un grupo humano que desde 2007 se unió y construyó una "biografía" con muchas más alegrías que tristezas.
Se fue el peor semestre de nuestra historia. Desde lo futbolístico y desde lo extrafutbolístico hemos, sin duda, sufrido como nunca. Pero como lo que no te mata te fortalece, desde este espacio saco una conclusión: mientras vea en los ojos de mis amigos las ganas de seguir vistiendo la rosa, de compartir momentos en el mismo campo de juego, no importará el lugar ni importará el torneo, ni siquiera si son más las derrotas que las victorias; lo único que va a interesar es que Candomberos va a seguir brillando, ya que vamos a jugar al deporte que más amamos con las personas que queremos.
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