Quizás escriba sólo por mi (Tucho), pero las sensaciones previas a este nuevo campeonato con Candomberos son diferentes a todas las que sentí hasta ahora. De más está decir que la felicidad por volver a jugar al fútbol en el equipo que integro desde 2007 siempre está presente, en este caso intensificada porque implica mi regreso tras una prolongada lesión. Pero este inicio de certamen cuenta con un abanico de emociones muy poderoso, a punto tal que tendría que esforzarme por recordar cuándo fue que las sentí por última vez sin haber ni siquiera tocado una pelota.
¿Por qué no se trata de un torneo como cualquier otro? Fundamentalmente porque implica un renacer desde el aspecto humano, el más importante dentro de cualquier grupo. Parece increíble que hace menos de un año El Rosa había sufrido la partida de muchos de los nombres que habían escrito sus más gloriosas páginas, quedando un plantel con la voluntad de seguir defendiendo los colores pero, hay que admitirlo, golpeado desde lo anímico.
El cambio fue brusco y los invitados que buscaron llenar el hueco dejado por futbolistas que habían trascendido el campo de juego, innumerables. Afortunadamente éstos demostraron el compromiso y entusiasmo para mantener lo más alto posible a un equipo que ha sabido de muchas más alegrías que tristezas a lo largo de su historia. Sin embargo, algo faltaba: calidez. Y no porque quienes cordialmente se sumaron para afrontar el mal momento carecieran de ella, sino porque lejos estaban de haber compartido con los "jugadores históricos" que permanecieron las vivencias que éstos habían protagonizado con los que habían partido.
A cuatro días del inicio de una nueva aventura me pone feliz ver cómo el destino puso las cosas nuevamente en su lugar. Quizá teníamos que transitar un tiempo separados y tomar distancia para percatarnos de cuánto nos necesitamos.
No soy de los que apoyan esta frase, pero en este caso sí creo que "las cosas pasaron por algo" y la más fiel evidencia de ello es la alegría que siento al escribir estas líneas, al imaginarme recibiendo un pase de Sica, disfrutando de las gambetas de Coco Miño, festejando uno de los bombazos del Tano, asombrándome con las atajadas del Galle, aplaudiendo el esfuerzo de Ale por proteger el arco o corriendo a la par de Gusti para cerrar los ataques rivales. Además, cómo olvidar la incorporación de Mati Mansilla, quien va a sumar mucho al grupo, tanto desde lo futbolístico como desde lo humano.
No soy de los que apoyan esta frase, pero en este caso sí creo que "las cosas pasaron por algo" y la más fiel evidencia de ello es la alegría que siento al escribir estas líneas, al imaginarme recibiendo un pase de Sica, disfrutando de las gambetas de Coco Miño, festejando uno de los bombazos del Tano, asombrándome con las atajadas del Galle, aplaudiendo el esfuerzo de Ale por proteger el arco o corriendo a la par de Gusti para cerrar los ataques rivales. Además, cómo olvidar la incorporación de Mati Mansilla, quien va a sumar mucho al grupo, tanto desde lo futbolístico como desde lo humano.
"Cuando un amigo se va queda un espacio vacío, que no lo puede llenar la llegada de otro amigo", cantaba Alberto Cortéz. Tal vez por eso lo que este equipo necesitaba era que todos volvieran a ocupar el lugar y vestir la camiseta que nunca debieron haberse sacado. No sé en qué posición de la tabla terminaremos, pero siento que nuestro torneo ya lo ganamos.
¡VAMOS CANDOMBEROS CARAJO !
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